Un juego peligroso
En la casa de Josefina, allá por el Atascadero, estaban jugando Turista Mundial (juego de mesa que utiliza la lógica del Monopoly). Matías, a sus siete años de edad, por eso del azar, la suerte, su inteligencia y las fuerzas cósmicas, se encontraba en un momento del juego que siempre le ha gustado sobremanera, ¡ganar¡ Había comprado a los Estados Unidos, Canadá, México, Alemania, Inglaterra, Francia, dos aerolíneas (de cuatro) y por si fuera poco, también tenía a China y Japón.
El cuerpo de Matías, concentración y excitación contenida, cargaba a su manera, sin saberlo realmente, con la tendencia natural al monopolio y a la concentración de la riqueza que caracteriza al sistema capitalista. A estas alturas del partido, importantes grupos capitalistas concentran un poder financiero inédito, que les permite manejar, por medio de sus redes, la revolución tecnológica, con su ramificaciones políticas, militares y de producción de simulaciones.
Hace unos años, el exSecretario de la ONU, Boutros Boutros Gali llegó a sentenciar: “La realidad del poder mundial desborda largamente a los Estados. Es verdad que la globalización implica la emergencia de nuevos poderes que trascienden las estructuras estatales”. Pareciera ser que los organismos Internacionales dan “un paso pa delante y dos pa tras”. Ante estos vacíos, en la médula; se calcula que son treinta y siete mil empresas transnacionales –con sus ciento setenta mil filiales en el extranjero- las que dominan la economía mundial. Cinco países (Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia y el Reino Unido), se reparten ciento setenta y dos de las doscientas más grandes empresas del planeta, las que participan en cerca del treinta por ciento del Producto Mundial Bruto. No existe ninguna fuerza social o política que pueda controlarlas.
Buena parte del poder planetario se ha desplazado hacia las empresas transnacionales. Las mega fusiones bajo la lógica del mercado global, han dejado de ser noticia. Sus intereses determinan la política internacional. Es de uso natural, su intervención directa en el destino de los países (recordemos la caída de regímenes en el Asia Central, promovidas por compañías petroleras transnacionales -norteamericanas y británicas- o el caso más cercano, con la ITT actuando abiertamente en Chile contra el presidente Salvador Allende y ayudando a Pinochet. ¿Llegará el día en que una empresa
“.... el silencio cubrió la superficie y llegaron 1003 años de olvidos. Nos quedamos sin historia.” Profecía atribuida a los pueblos de Uk-tu, mencionada en un relato holandés del siglo XVI,
transnacional haga una declaración abierta de guerra contra algún país y que se compre un ejército para realizarla?
Y ya que está de moda hablar de guerra, el tono en el juego subió al sospechar Matías, que su hermano mayor hizo trampa o al menos lo intentó, al tomar dos tarjetas en lugar de una. Este titubeo ha motivado una discusión sobre las reglas del juego, las escritas y las que no lo están. La razón, si es que la hay, la demuestran gritando más fuerte y no dejando hablar al otro. El otro es el malo y el que se quiere aprovechar del otro, se crea la fatalidad del juego de los espejos. Creen que apoderándose de todo el espacio, llenándolo con gritos, datos, sonidos, imágenes, emociones, fundamentalismos, van a salir victoriosos en la madre de todas las batallas: la batalla por conquistar las mentes.
Irene y Natalia prefirieron dejar el juego ante la amenaza de verse envueltas en una guerra ideológica o religiosa de consecuencias desconocidas. Dejaron en la mesa sus tarjetas y propiedades, en otras palabras, renunciaron a su libertad de expresión, al verse amenazada ésta, por los gritos de los hermanos que se han apoderado de todo el espacio vital del juego. La lucha por el poder se agudizó con la concentración del mismo poder, con la eliminación de contendientes.
Las empresas trasnacionales se apoderan de todo el espacio posible. Por medio de sus redes y de la infraestructura de telecomunicaciones, tratan de asegurar, la reproducción de sus ganancias, modelando “buenos” ciudadanos, consumidores consumidos del paradigma capitalista. Las que dominan en el ámbito de las telecomunicaciones y de la industria de la simulación son y han sido, en cierta manera, las mismas, pero -a pesar y gracias a las crisis- cada vez más grandes y poderosas. Algunas de las principales: AT&T (dominando la telefonía planetaria). MCI (segunda red telefónica de los Estados Unidos). Sprint (tercer operador de larga distancia de los Estados Unidos). Cable & Wireless, British Telecom., Bell Atlantic, Nynex, US West, TCI (que es el más importante distribuidor de televisión por cable), Disney (propietaria de la cadena de televisión ABC), Time-Warner (propietaria de la CNN), News Corporation Limited, (de Rupert Murdoch), IBM, Microsoft, Nescape, Intel, Pearson, (propietaria del Financial Times, Penguin Books, BBC Prime), Bertelsmann, Fidelity Investments.
Con el tiempo ya no serán la familia, la escuela, la iglesia o el gobierno, los encargados de la parte medular de las tareas formativas de los individuos y de la sociedad, todo indica que, cada vez más, serán las empresas y en especial las grandes trasnacionales, nuestras nodrizas.
Viendo la posibilidad de apoderarse de las propiedades de Irene y Natalia, los hermanos llegaron al acuerdo de continuar con el juego, cuando, repentinamente apareció el “Pecas”, perro vividor de dudosa procedencia, que en un impulso hasta el momento inexplicable (venganza divina, acción diabólica, terrorismo), de un coletazo -que entró por las aerolíneas-, mandó a volar el tablero del Turista Mundial: tarjetas, construcciones, la Banca, la Bolsa y la globalización se fueron al suelo.
Ante el desastre, atontados todos por los acontecimientos, comprendemos que en la reinstalación del juego, no será lo más importante saber quién las debe, sino quién las pague. En esto, lamentablemente no habrá sorpresa, serán los pobres de los países del tercer y cuarto mundos, los que paguen la parte más pesada de la cuenta.