De nacimiento todos le quitaron algo, ahora el rojo quiere jalarlos hacia la derecha, ahí donde dicen que está el azul. El verde insiste en irse para el otro lado, por allá lejos, donde merodea el amarillo y en medio de ellos el blanco anda todo manchado de sangre y lodo. Para estas horas la serpiente ya se liberó de su cazadora y se escabulle al norte, angustiada entre los carrizales, mientras que el águila emprendió de nuevo el vuelo hacia al mítico Aztlan, en busca de otro lago, de otra presa y de otros que los encuentren. De todo ello, solitaria quedó la nopalera cargada de tunas, es lo último que queda, esperando al audaz que las quiera aprovechar espinándose las manos.